Tenemos una prueba médica

¿Qué podéis preguntar al médico cuando manda hacer una prueba a vuestro hijo?

Durante una visita médica a vuestro hijo, os dicen que debéis hacerle una prueba médica. El médico os menciona el nombre de la prueba, pero el nombre os suena raro. Tenéis preguntas, reconocéis que os falta información y pensáis: ¿qué le harán?, ¿para qué se la harán?, ¿cuánto durará?, ¿le dolerá?…

Si esto os pasa, es necesario que pidáis más información sobre la prueba, no solo para conocerla, sino para poder preparar mejor a vuestro hijo.

A continuación os presentamos un listado de preguntas que, de una u otra forma, seguro que os habéis planteado en otras ocasiones similares:

  • ¿Qué información os dará la prueba?
  • ¿En qué va a consistir?
  • ¿Dónde le harán la prueba?
  • ¿Podréis estar con vuestro hijo?
  • ¿Cuánto durará la prueba?
  • ¿Le dolerá?
  • ¿Pueden recomendaros algún artículo o página web en la que encontréis más información sobre la prueba?

Cuando estéis en la consulta y el médico os diga que tenéis que hacer una prueba a vuestro hijo, podéis consultar en vuestro móvil las preguntas que necesitáis hacerle.

En esta situación, es importante que tengáis en cuenta lo siguiente:
  • Decirle a vuestro médico que tenéis unas preguntas anotadas y que os gustaría formulárselas.  El médico preferirá preguntas claras y cortas, frente a comentarios desordenados, desorganizados o poco específicos.
    Sería bueno plantear las preguntas con el tono adecuado. No se trata de pedirle al médico explicaciones frente a las que deba justificar su decisión clínica. Las preguntas las formuláis para, simplemente, tener información sobre la prueba, y poder preparar mejor a vuestro hijo. Se trata de “poder hacer una coalición terapéutica”, es decir, formar un equipo con vuestro médico, no de cuestionarlo o ponerlo a prueba. Si así lo sentís, así lo transmitiréis.

  • Tomar nota.  No dudéis en sacar un bolígrafo y un papel para anotar lo que os responda. Os puede parecer que os acordaréis de todo a la salida, pero es muy probable que no sea así. Tomad apuntes, no literalmente, pero sí anotad palabras clave que luego os puedan servir para recuperar el hilo de las respuestas.

  • Tomar en cuenta a vuestro hijo.  Cuando vayáis formulando las preguntas, tened en cuenta a vuestro hijo. Es una prueba que le harán a él, de manera que debéis hacerle partícipe, en la medida de lo posible, de vuestra conversación con el médico sobre su prueba.

  • ¿Cómo podéis tenerle en cuenta?  Dependerá mucho de la edad pero, por ejemplo, las miradas son muy importantes. Mirad a vuestro hijo cuando habláis con el médico. Es una persona que también es protagonista del diálogo, y como tal debéis tenerlo en cuenta con el lenguaje no verbal: mirándole, tocándole, acercándolo a vosotros, situándolo de manera que pueda ver al médico y pueda veros a vosotros...

  • Decirle a vuestro hijo que al salir le explicaremos lo que dijo el médico.  Es muy probable que cuando el médico responda a vuestras preguntas, vuestro hijo no lo entienda muy bien. Por tanto, es importante que, mirándole a él únicamente, le digáis: “Esto que nos está explicando nuestro médico es un poco difícil de entender, pero luego, cuando salgamos, yo te lo explicaré todo”. Así contribuiréis a tranquilizarlo y a que pueda entender que todo lo que estáis hablando, aunque no lo entienda, es de interés para él también.

En la página web Bupasalud podéis encontrar información ampliada sobre las preguntas que le podéis plantear a los médicos cuando os indican que hay que hacerle una prueba médica a vuestro hijo.

¿Cómo preparar a vuestro hijo para las pruebas?

Tenéis prevista una prueba médica para vuestro hijo que puede implicar un cierto nivel de dolor, malestar o una situación de estrés. Lo primero que os planteáis es cómo podéis prepararle para que afronte la prueba con más tranquilidad y pueda hacerse sin contratiempos.

Tenéis dudas y os preguntáis: ¿debo explicarle siempre a mi hijo que le van a tener que pinchar?, ¿tal vez se asuste más si le anticipo que tendremos que ir al hospital?, ¿hay alguna cosa que podamos hacer para que esté distraído mientras le hacen la prueba?

Necesitáis conocer algunos aspectos que suelen influir en la experiencia que tienen los niños en estas situaciones para preparar con ellos la prueba médica.

A continuación os explicamos algunos de estos aspectos y os damos algunas orientaciones sobre cómo preparar con vuestro hijo una prueba médica.

Vamos a hacer una lista de aspectos que es bueno tener en cuenta antes de ir a la prueba:
  • La ansiedad se contagia.  No, no es una enfermedad, pero igualmente es contagiosa, igual que los bostezos o la risa. Pensad en cómo os sentís vosotros cuando notáis que vuestro padre, vuestra pareja o vuestra amiga están nerviosos o angustiados; también os ponéis inquietos, es natural. Por eso es importante que intentéis estar tranquilos ante la prueba. No penséis que va a haber problemas o que vuestro hijo lo va a pasar mal y hablad con él de forma tranquila, transmitiéndole confianza y seguridad.

  • Qué queréis contarle a vuestro hijo sobre la prueba.  Sobre este tema, nuestras recomendaciones son las siguientes:

    • Utilizar un lenguaje que vuestro hijo pueda comprender. Explicadle aquello que no entiende de una manera que lo pueda entender. Dependiendo de la enfermedad de vuestro hijo, es posible que esto no sea fácil, pero lo más importante no son las palabras o su comprensión, sino vuestro tono de voz, vuestro contacto. La manera en que os comunicáis con él y las emociones que le transmitís son esenciales para que él perciba la situación sin ansiedad.

    • Decir la verdad. No es aconsejable decir mentiras sobre lo que va a pasar. Si la experiencia de vuestro hijo es completamente diferente a lo que le habéis contado, se sentirá engañado y eso no va a ayudar a que esté tranquilo en próximas pruebas.

    • Explicarle de manera sencilla por qué hay que hacer la prueba y en qué va a consistir. También puede ser útil que vuestro hijo sepa dónde le van a hacer la prueba y quién se la hará, sobre todo si es alguien que ya conoce. Es fundamental que sepa si vais a poder estar a su lado. Saber que estaréis con él, seguro que lo tranquiliza, y si no es posible que lo acompañéis, también es mejor que lo sepa antes y que podáis decirle que estaréis en la habitación de al lado, atentos a cualquier cosa.
      Según la Carta Europea de Derechos del Niño Hospitalizado, el niño tiene derecho a estar acompañado de sus padres. Si el personal del centro no lo permite, más adelante os damos las orientaciones sobre cómo actuar ante esta situación.

    • Mejor no dar todas estas explicaciones por la noche. Es mejor hablar de los procedimientos a plena luz del día y con horas por delante en las que estéis con vuestro hijo.

    • Utilizar el juego para explicar cómo será la prueba. Tanto si vuestro hijo comprende bien lo que le decís, como si no os entiende completamente, el juego es una buena manera de transmitir lo que va a pasar y de convertirlo en algo más cercano y menos dramático. Con muñecos, con dibujos, con cuentos... de diferentes maneras, podéis "jugar a ir al médico". Hacer teatro juntos os permitirá mostrarle de manera más fácil lo que va a pasar y, a él, expresar cómo se siente.

    • Hacer sentir a vuestro hijo que lo está haciendo bien. Es importante hacerle sentir que, aunque llore en algún momento o aunque os necesite, lo está haciendo bien, que es un valiente y que es normal que sienta miedo o angustia, que todo el mundo la ha experimentado. No hay que reñirle, decirle que se porta mal o castigarle, pase lo que pase.

  • Intentar que la experiencia no sea negativa.  Justo antes de la prueba o durante la misma, también hay algunas cosas que podéis hacer para intentar que la experiencia no sea negativa. Vamos a explicar algunas de ellas:

    • Dejar que vuestro hijo controle algo de la situación. Cuando estáis en el hospital o en la consulta médica, sentís muy a menudo que habéis perdido el control de la situación: soléis hacer únicamente lo que os dicen que hagáis y no podéis decidir casi nada. Dejar que vuestro hijo pueda controlar algo de lo que le ocurre puede ayudarle a sentirse mejor. Por ejemplo, dejadle que decida si quiere llevar algún objeto con él para acompañarle durante la prueba (un peluche, un juguete, su chupete... algo que él elija); dejadle que os diga qué querrá hacer cuando acabe la prueba (montarse en los columpios, tomar un helado, ir a la playa...). ¿Quiere hacerse un dibujo en la gasa que le han puesto?, ¿quiere decirle algo a la enfermera o al médico?, ¿quiere llamar a alguien cercano (la abuela, un amiguito, su hermano) para contarle qué le han hecho? Dejadle que haga algo que quiera hacer, aunque no os parezca una idea genial. Si no es posible que vuestro hijo os transmita lo que desea, como vosotros sí sabéis lo que le gusta, podéis utilizarlo para hacer un poco más llevadera la situación.

    • Ayudar a vuestro hijo a estar más relajado durante la prueba. Para ayudarle a estar más relajado podéis hacer lo siguiente:

      • Respiración profunda. Decidle que respire despacio, muy despacio y profundamente; id respirando con él, al mismo ritmo, e id contando cada respiración profunda (una, dos, tres...). De esta manera, podrá notarse más tranquilo.

      • Imaginar. Cerrad los ojos y tratad de ver en la mente una imagen bonita y sosegada, de un paisaje o un espacio que os calme. Para ayudarle, podéis pedirle que cierre los ojos e ir diciéndole lo que queráis que se imagine: los elementos que aparecen en el paisaje, los colores, los sonidos...

      • Distraerle con otra actividad. Esto puede ser también muy útil. ¿Qué le gusta hacer a vuestro hijo que es compatible con la prueba? Cantar, jugar con el móvil, ver una película en la tableta, escuchar un cuento... Cualquier cosa que le mantenga atento por un rato y distraído de la prueba puede ser un buen recurso.

  • Qué hacer si el profesional os pide que salgáis de la sala donde se le está haciendo la prueba.  Cada vez son menos los centros y los profesionales que solicitan que los padres no estén presentes. De hecho, la Carta Europea de Derechos del Niño Hospitalizado dice literalmente que el niño tiene:
    "Derecho a estar acompañado de sus padres o de la persona que los sustituya el máximo de tiempo posible durante su permanencia en el hospital, no como espectadores pasivos sino como elementos activos de la vida hospitalaria, sin que eso comporte costes adicionales; el ejercicio de este derecho no debe perjudicar en modo alguno ni obstaculizar la aplicación de los tratamientos a los que hay que someter al menor".
    Es decir, que no solo el padre o la madre tenéis derecho a estar junto a vuestro hijo, sino que si no os lo permiten, están vulnerando un derecho fundamental de cualquier niño.
    Si el centro no os permite acompañar a vuestro hijo durante la prueba, y vosotros o él deseáis estar juntos, nuestro consejo es que pidáis que la prueba no se realice y que habléis con el Servicio de atención al cliente que tenga el centro sanitario. Allí deben aclararos la norma en que se basan y ante quién podéis efectuar una queja formal, en el caso que no cedan a vuestras peticiones, que están amparadas en una Carta europea que cualquier centro debe respetar.

Técnicas de relajación

Respiración consciente

El dolor y el estrés pueden llevar a vuestro hijo a respirar más deprisa, de forma más superficial o incluso a contener la respiración, lo que puede alimentar la respuesta del estrés y aumentar la intensidad del dolor. Prestar atención a la respiración puede ayudar a tranquilizar la mente. Probad el siguiente ejercicio con vuestro hijo:
  • Primer paso. Sentaos o estiraos cómodamente con vuestro hijo y colocaos una mano sobre el estómago y la otra sobre el pecho.

  • Segundo paso. Cerrad los ojos e intentad relajar todos los músculos, uno a uno, desde las puntas de los dedos de los pies hasta la parte superior de la cabeza. No os olvidéis de relajar los músculos de la cara, el cuello y la mandíbula. Es posible que se haya acumulado mucha tensión en estas partes del cuerpo.

  • Tercer paso. Respirad de forma regular y profundamente durante varios minutos e intentad que el estómago (abdomen) suba y baje, no solo el pecho. Esto os ayudará a respirar más hondo.

  • Cuarto paso. Prestad atención a cada respiración. Tratad de concentraros en cada inhalación y cada exhalación. Mientras exhaláis, imaginaos que la tensión abandona vuestros cuerpos.
Al principio puede resultar difícil que tanto tú como tu hijo os concentréis en la respiración. Los pensamientos distractores son normales, pero en lugar de dejaros llevar por ellos y permitir que os dominen, intentad que salgan de vuestras mentes, como si se tratara de globos soltados al aire.

Fuente: KidsHealth.org


Visualización o imaginación guiada

Un número creciente de investigaciones médicas sugiere que la imaginación también puede ayudar a reducir el dolor y la ansiedad y a favorecer los sentimientos positivos. De hecho, se ha constatado que la gente que practica la imaginación guiada durante la quimioterapia se siente más relajada y positiva sobre esta experiencia que quienes no la practican.

La técnica de la imaginación guiada (también conocida como técnica de visualización) suele funcionar mejor cuando la persona empieza con unos pocos minutos de respiración consciente. He aquí cómo funciona: Con los ojos cerrados, imaginaos un lugar seguro o un lugar que visitasteis en el pasado que os transmitió una sensación de alegría, satisfacción y plenitud. Podría ser, por ejemplo, un parque de atracciones, la casa de los abuelos... un lugar en el que niño se haya sentido bien. Mantened la imagen de ese lugar en la mente durante un rato, intentando reproducir todos los detalles de cuanto veíais y oíais:
  • ¿Cómo notáis la tierra o el suelo que tenéis bajo vuestros pies? ¿Hace calor o frío? ¿Corre la brisa a vuestro alrededor?

  • ¿Se oyen ruidos de animales en la distancia o sonidos de la naturaleza (como, por ejemplo, el agua que fluye)?
Cuanto más descriptivos seáis, más fácil os será entrar en esa escena y sentiros relajados. Podéis ir haciendo preguntas a vuestro hijo para mantener su atención centrada en la situación agradable. De esta manera, el pequeño no estará tan pendiente de lo que le deben hacer.

Al igual que con la meditación, también llegarán a vuestras mentes pensamientos distractores mientras practiquéis la imaginación guiada. Admitid esos pensamientos y luego dejad que se desvanezcan mientras os volvéis a concentrar en las imágenes que veis y los sonidos que oís.

Fuente: KidsHealth.org
Laboratorio Hidalgo. 
Es un blog de consejos para preparar a nuestro hijo y disminuir sus temores si tienen que extraerle sangre.


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